Tras los durísimos meses vividos en España y trabajando a destajo tratando de curar a enfermos de coronavirus, tres médicos y dos enfermeros españoles se han pasado nueve días en Mauritania formando a los sanitarios de aquel país para ayudarlos a enfrentarse a la pandemia.
El pasado 30 de junio, en el avión que llevaba a Pedro Sánchez a Mauritania para una cumbre con los países del Sahel no sólo viajaban el presidente del Gobierno, su equipo y los periodistas.
Formando médicos y enfermeros en Mauritania
También iba con ellos este equipo que acaba de regresar a España y que durante una semana larga ha recorrido los hospitales de Nuakchot, se ha reunido con las autoridades mauritanas y ha formado a médicos y enfermeros de allí sobre cómo tratar a los enfermos de l COVID-19, enseñándoles técnicas y también trucos aprendidos en los peores momentos de esta crisis sanitaria en España.
El equipo lo han formado tres médicos del Hospital Ramón y Cajal -el jefe del Servicio de Anestesia, David Pestaña, la neumóloga Esther Barbero y el especialista en enfermedades infecciosas José Luis Casado- la enfermera Laura Andújar, especialista en triaje de urgencias del Doce de Octubre y el enfermero Manuel Pardo, del SAMU de Murcia.
Antes de regresar a España, José Luis Casado habló con EFE y contó la experiencia que ha vivido este equipo.
Según cuenta, ellos han sido la primera misión médica que viaja a Mauritana para ayudar con la COVID-19, y admite que se han encontrado una situación mejor de la que esperaban.
No es "horrible", pero sí "mejorable", cuenta. Esa semana, por ejemplo, había en Nuakchot algo más de treinta hospitalizados con COVID-19 y cuatro de ellos en cuidados intensivos.
Material médico y equipos de protección
Una cifra sostenible para las autoridades del país cuya capital, Nuakchot, cuenta con muchos hospitales -visitaron siete-, a los que acuden ciudadanos de todos los países del Sahel y otros de alrededor.
Y tienen también bastante material médico y muy buenos equipos de protección, mejores incluso que los que había en España, asegura.
Pero la infraestructura no sería suficiente si la pandemia golpea fuerte: En algunos hospitales sólo tienen uno o dos respiradores y en total hay unas veinte camas de reanimación -que se utilizan como UCIs-.
Además, cuenta Casado, en todo el país sólo hay diecinueve anestesistas y cinco de ellos están ya retirados aunque dispuestos a volver a trabajar si es necesario. "Si fuera una epidemia mucho más intensa y con más gravedad no tendrían recursos", advierte este médico.
Recuerda que España donó diez respiradores y material sanitario que llegaron a Mauritania con este equipo de sanitarios en el vuelo del presidente del Gobierno.
Aunque de momento hay material suficiente, lo que persiste es el desconocimiento sobre el tratamiento de la enfermedad, de ahí que la principal ayuda que han prestado los sanitarios españoles en Mauritania haya sido la formación a sus colegas de ese país.
La mejor manera de atender a los enfermos de COVID-19
Por eso la tarea diaria de estos médicos y enfermeros ha sido visitar los hospitales y enseñar a los profesionales la mejor manera de atender a los enfermos de COVID, desde los tratamientos y técnicas a los cuidados.
Y también los "trucos" que ellos mismos han aprendido sobre la marcha, cuando la pandemia azotaba España.
Durante estos días han sido múltiples las reuniones con autoridades del Gobierno mauritano o de la OMS y con las direcciones de los hospitales.
A todos ellos les han explicado qué cosas deben hacer o cambiar para mejorar el diagnóstico y el tratamiento de los pacientes y han elaborado un informe con todas las recomendaciones "para que vean lo que pueden hacer mejor".
Aunque como insiste Casado, la situación "no es tan desastre como se puede imaginar para un país africano con coronavirus" y se están haciendo "muchas cosas bien".
Ha recordado, además, que es un país con una edad media muy baja, y eso contribuye a que no tengan tanto paciente grave.
Si hay algo que preocupa al equipo español es lo difícil que es en Mauritania el confinamiento.
Aunque hay toque de queda desde las ocho de la tarde a las seis de la mañana, después toda la población sale a la calle a trabajar, restringir la movilidad de día es imposible.
Y aunque han asumido con naturalidad el uso de la mascarilla -en un país en el que llevar turbante es habitual y la población está muy acostumbrada a tener la cara tapada- y el lavado constante de manos, les está costando entender la importancia del distanciamiento, según recalca este médico.
Hospitales llenos en Mauritania
Los hospitales, cuenta, están bastante llenos entre enfermos y familiares, con las salas de espera a rebosar, y cuesta mucho convencer a los ciudadanos de que el lavado de manos y las mascarillas no son suficientes y hay que intentar dicho distanciamiento.
La necesidad de promover esa distancia es, dice, la principal recomendación que dejan en este país tras estos días de trabajo.
Pronto llegará otra misión española, esta vez auspiciada por la OMS, con dos médicos y seis enfermeros que pasarán seis semanas en el país, ya no sólo en la capital, para seguir ayudando.
Y todo, recuerda el doctor Casado, ha sido iniciativa del embajador español en Mauritania, Jesús Santos, médico de profesión. Fue él quien organizó esta misión y la primera llegada de material para este país que, en materia hospitalaria, sirve de referencia a todo el Sahel.