Así es como la irradiación solar incide en la evolución de una pandemia
¿Cómo influye la irradiación solar diaria en la evolución de la pandemia? Un estudio reciente ha tratado de dar respuesta a esta cuestión.
Un modelo teórico desarrollado por un equipo interdisciplinar de investigadores italianos ha mostrado que tanto la prevalencia como la evolución de las epidemias están fuertemente correlacionadas con la cantidad de irradiación solar diaria que llega a un lugar determinado de la Tierra en un momento dado del año.
"Nuestro modelo ofrece una respuesta simple a una importante, pero aún no resuelta, cuestión científica. ¿Por qué muchas epidemias respiratorias virales, como la gripe, se desarrollan cíclicamente durante el otoño y el invierno solo en las regiones templadas de los hemisferios norte y sur del planeta, mientras que parecen estar presentes en todo momento (aunque con una menor prevalencia en comparación con los ciclos estacionales de las regiones templadas) en el cinturón ecuatorial? ¿Y qué es lo que desencadena y determina esa estacionalidad?, detalla Fabrizio Nicastro, investigador del Instituto Nacional de Astrofísica de Italia.
En su trabajo, publicado en la revista 'iScience', proponen que lo que causa la estacionalidad de las epidemias transmitidas por el aire es exactamente el mismo mecanismo que causa las estaciones en nuestro Planeta: la cantidad de irradiación solar diaria en la Tierra.
Se sabe que la luz ultravioleta (UV) es capaz de desactivar virus y bacterias de muchos tipos diferentes. Por lo tanto, la luz UV solar que llega a la Tierra debe tener algún poder desinfectante en las partes expuestas del Planeta.
La eficacia de la desactivación de la luz ultravioleta de un virus o una bacteria en particular depende del virus o la bacteria en sí, pero, para un lugar determinado de la Tierra, es indudablemente mayor cuando la irradiación solar es más fuerte (verano) y menor cuando la irradiación solar es más débil (invierno).
Esta ciclicidad de la acción desinfectante solar, con frecuencia anual, es capaz de resonar constructivamente con otra frecuencia típica de las epidemias: la pérdida de inmunidad del huésped del virus debido a su desplazamiento/deriva antigénica.
La combinación de estos dos mecanismos desencadena la estacionalidad de las epidemias, en escalas de tiempo que van desde unos pocos años hasta decenas de años, dependiendo de la frecuencia antigénica.
El modelo propuesto por los investigadores italianos reproduce la estacionalidad observada en diferentes lugares de la Tierra con precisión para las epidemias con un número reproductivo intrínseco (R0) inferior a unos 2 (una gripe suele tener R0 similar a 1) y también es capaz de modelar epidemias con un número reproductivo intrínseco mucho mayor, como la actual pandemia de SARS-CoV-2 con R0 similar a 3-4.
Estos modelos predicen ciclos iniciales intermitentes de alta intensidad, que finalmente se estabilizan (en escalas de tiempo que dependen de la frecuencia de los cambios antigénicos) en ciclos anuales de intensidad moderada sincronizados por estaciones.
"Desde el punto de vista epidemiológico, estos modelos aclaran un misterio importante y de larga data: ¿por qué desaparecen cada año las epidemias de gripe cuando el número de individuos susceptibles está todavía muy lejos de lo necesario para activar el mecanismo de inmunidad de la manada?", añade Mario Clerici, inmunólogo de la Universidad de Milán y de la Fundación Don Gnocchi.