Qué es el trastorno de déficit de naturaleza en desescalada España
Trastorno de déficit de naturaleza: uno de los males del nuevo siglo y cómo no de esta desescalada España
El trastorno de déficit de naturaleza en desescalada España se ha agudizado, donde hemos estado, por razones obvias, más conectados a la tecnología y menos a la naturaleza.
Uno de los males del nuevo siglo ha conseguido acampar a sus anchas durante toda la cuarentena del COVID-19, la tecnología estaba permitida, la naturaleza no.
Los más afectados por el trastorno de déficit de naturaleza son los niños, acostumbrados ya, por nuestro ritmo de vida, a no interactuar con el entorno, lo que conlleva una desconexión con la naturaleza ( paseos, deporte, evasión...)
Durante la desescalada España el trastorno de déficit de naturaleza se ha intensificado, tener que estar confinados en casa sin contacto alguno con el exterior, no ha ayudado a minimizarlo.
Y es que cuando uno se encuentra estresado y con signos de fatiga, escaparse a la naturaleza es la mejor opción para mejorar nuestra situación.
La naturaleza nos carga las pilas, nos da vida y, lamentablemente, durante el confinamiento en casa esto no ha sido posible.
Pero más allá de estar en contacto o no con la naturaleza, este trastorno genera otro tipo de problemas que tenemos que tener en cuenta.
Tanto tiempo en casa, alejados del entorno natural, y entregados a las pantallas, agudiza problemas como el la miopía, una mayor tasa de enfermedades psicológicas y una mayor dificultad para mantener la concentración.
Trastorno de déficit de naturaleza en niños
Si analizamos el caso concreto del trastorno de déficit de naturaleza en los niños, genera estos grandes problemas:
- Obesidad Infantil
- Enfermedades respiratorias, debido a la falta de ejercicio físico y por la contaminación ambiental
- Falta de vitamina D
- Más niños con Trastorno de Déficit de Atención (TDH)
Todo ello está provocado por la falta de aire libre, estar en casa tanto tiempo incide de forma negativa en nuestra salud.
Además, estar más tiempo en la naturaleza ayuda a que los niños jueguen más entre ellos, de ahí que la naturaleza juegue un papel socializador muy importante.
Si a eso le sumamos el efecto renovador que provoca en nuestro cuerpo un solo paseo, cuál sería si lo tuviéramos como un hábito más recurrente.
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