La cuarentena por coronavirus ha puesto en jaque nuestro día a día, nuestra vida y hasta su perspectiva. No sabemos muy bien cómo será el después, pero nosotros no seremos los mismos.
Nuestra realidad bien podría ser el guión de una de las pelis apocalípticas con las que, en muchas ocasiones, hemos entretenido nuestra mente. Es curioso, hoy la entretenemos para evadirnos del argumento.
Tras la cuarentena "obligada" por el coronavirus, la vida seguirá siendo vida, sí, pero quizás esta venga con preaviso. La preocupación y el miedo seguirán presentes, estos no pueden desaparecer de una día para otro.
Pero en la ecuación también entrará el optimismo, la alegría y la superación. Acabamos de vencer al que nos oprimía y nos hacía daño, motivo suficiente para sentirnos felices y con esperanza.
Quizás muchas cosas sean las que cambien, y no para bien, como es el caso de la economía, pero más allá de esta crisis a la que habrá que ponerle solución, hay que quedarse con una cosa que nos ha unido en las malas, la solidaridad.
Ayudarnos unos a otros, remar en la misma dirección (salvo los políticos), ser responsables y consecuentes durante el estado de alarma (salvo unos pocos egoístas) es la mejor lección que nos puede dar esta pandemia.
Las pequeñas cosas son las más importantes, y, lamentablemente en muchas ocasiones quedaban relegadas en nuestro orden de prioridades del día a día. Esto podría cambiar.
Familia, amigos, abrazos, besos, respeto, te llamo, me preocupo por cómo estás, juego más con mis hijos, me cuido y te cuido, me alimento mejor, soy más feliz con lo que tengo...si hemos aprendido la lección, el día después al fin de la cuarentena será mucho mejor.
Por más aplausos desde el balcón.