Los fallecidos por coronavirus en España han superado los diez mil, una cifra que podría ser mayor debido a la desestructuración del sistema.
El impacto de la pandemia se está viendo reflejada en los datos, y es el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) el encargado de contar cuántos españoles fallecen cada día.
Además de cuantificar, el MoMo alerta si este conteo se está haciendo por encima de lo que sería esperable si se atiende a los datos en épocas pasadas.
De ahí que aparezcan en escena dos nuevos términos, mortalidad adelantada o mortalidad indirecta.
Qué es la mortalidad adelantada
El termino de mortalidad adelantada se entendería mejor si lo aplicamos a un caso concreto, por ejemplo, el de una persona con una esperanza de vida corta y con una enfermedad de base importante. Si esta persona entra en contacto con el COVID-19 y se infecta, clínicamente se descompensará.
Estamos ante un fallecimiento que ocurre antes de lo que se tenía previsto (aunque fuese en breve), donde la causa es su enfermedad de base y el virus, el que precipita esa muerte.
Qué es la mortalidad indirecta
El término de mortalidad indirecta es el que se maneja en situaciones críticas, provocadas por epidemias o catástrofes y que altera bruscamente la estructura sanitaria y social.
En situaciones así, la gente pospone su visita al hospital, con la intención de no saturarlo o por miedo al posible contagio. A esto hay que sumarle que en una situación de colapso, los servicios sanitarios no llegan a tiempo a todo.
Hay que tener en cuenta que en situaciones así hay muchas personas, sobre todo colectivos vulnerables, como las personas mayores que viven en casa solas, y que si tienen algún problema no es detectado por nadie.
De ahí que la incidencia de una catástrofe o epidemia, con es el caso del COVID-19, esté incrementando la mortalidad de la manera que lo está haciendo.
