La crisis sanitaria del coronavirus en España habría dejado al menos unas 4.000 personas mayores fallecidas, de ahí que controlar el estado de las residencias de mayores sea objetivo prioritario.
Pero a pesar de las cifras que se facilitan, el daño que el COVID-19 está haciendo a las residencias de mayores será muy difícil de cuantificar. Y es que el motivo es claro y contundente.
Casi nadie está haciendo pruebas de diagnóstico a los enfermos que presentan síntomas en las residencias.
Y es que en muchos de los casos, estas muertes se están registrando con otras causas distintas al coronavirus. Debido a ello, nunca podremos cuantificar el daño real que esta pandemia está provocando en estas residencias.
Si se llevaran a cabo las pruebas de diagnóstico ser podría saber con certeza la dimensión del problema y, sobre todo, actuar de forma consecuente para frenar los contagios.
Qué está ocurriendo en las residencias de mayores
Como ya hemos indicado, las residencias de mayores se han convertido en un foco de contagio muy preocupante en nuestro país, casos como los de la Comunidad de Madrid o Castilla-La Mancha así lo confirman.
Los ancianos que viven en residencias están aislados de sus familiares, desde el momento en el que se decretó el estado de alarma, pero eso no significa que con anterioridad estos les contagiaran el virus en una de sus visitas o en alguna de las salidas de ellos.
Lo que sí es cierto es que los únicos que entran y salen de las residencias son sus cuidadores y el personal médico que los visita, diariamente, para atenderlos.
Si a los cuidadores y personal médico se les hiciese la prueba, sean asintomáticos o no, el brote de contagios podría enfrentarse mejor.
El confinamiento sin medidas de protección no será efectivo, las cifras lo confirman.
Y es que se sospecha que muchos de los brotes de contagio en residencias encuentran su origen en los trabajadores sin síntomas que entran y salen diariamente de las mismas.
Y es que no hay que olvidar que las personas que viven allí son las más vulnerables frente al virus.
La escasez de materiales de protección y de pruebas de diagnóstico ha sido clave, la propagación del virus en las residencias ha sido fulgurante debido a que muchas de ellas no estaban preparadas para algo así.
Al drama de la pérdida de un familiar querido, se suma el echo de que tenga que enfrentarlo solo, el secretismo que reina en muchas de ellas y el no saber qué es lo que le ocurrió realmente allí dentro.