Cinco semanas sin salir de casa, esta es la realidad a la que nos enfrentamos desde que se declaró el estado de alarma provocado por la pandemia.
Los datos muestran que los niños sufren menos el COVID-19 que los adultos, sí, pero el confinamiento al que están siendo sometidos les va a pasar factura.
Y es que los menores aún no pueden salir a la calle bajo ningún concepto, lo de ir a la compra es un privilegio con el que ellos no cuentan.
De ahí que esta cuarentena obligada esté generando en ellos problemas de ansiedad, insomnio, obesidad y de aprendizaje.
Más de un mes sin salir de casa (y lo que les queda) traerá consecuencias. Eso al menos es lo que nos recuerdan los expertos.
Por ello, muchas son las voces que pedían soluciones, permitir que los niños pudieran salir a la calle en periodos cortos de tiempo y cerca de casa, ayudaría y mucho a su situación.
Para los más pequeños, salir a la calle se convierte en una necesidad física y emocional
Desde el Ejecutivo comunican que los menores podrán salir a la calle a partir del día 27, una medida muy bien recibida y que a pesar de que son los grandes transmisores de la enfermedad, según expertos, era necesaria para su salud mental.
Ya conoceremos, más adelante, el cómo y el cuándo podrán hacerlo.
Los niños se adaptan muy bien a las circunstancias, pero sin duda, hay que evaluar a qué precio lo están haciendo. A día de hoy, su realidad se ha visto interrumpida de forma brusca, normal que estén alterados.
No todos están viviendo el confinamiento de igual forma, algunos han experimentando estos síntomas desde el principio de la cuarentena y otros no. Esto no significa que no lo hagan en un futuro.
Y es que además de todos los cambios que están sufriendo en este momento (ansiedad, estrés, insomnio, miedos, irritabilidad...) pueden que tengan secuelas aún por determinar.
Las secuelas psicológicas podrían convertirse en trauma en los niños más inestables, y serán especialmente determinantes en las primeras etapas del desarrollo, las más sensibles.
No hay que olvidar que el encierro está agravando aún más las patologías previas
Para sobrellevar de la mejor forma esta situación y hasta que llegue la fecha de salida, hay que recordar que el contagio emocional de padres a hijos es algo que no hay que pasar por alto. Son esponjas, no lo olvidemos.