Hasta hace unos días, muchas eran las voces que pedían que se tomaran medidas sobre la situación a la que los niños estaban sometidos por culpa del confinamiento.
Insomnio, ansiedad, irritabilidad y obesidad son los problemas más frecuentes que el confinamiento está provocando en los más pequeños.
Si analizamos los datos que desde Sanidad se manejan, vemos que a los niños no les afecta tanto el COVID-19 como lo hace en los adultos, sí, pero no hay que olvidar un detalle alarmante, los menores son los grandes transmisores de esta pandemia.
De ahí que una medida así haya sido difícil de concretar y aprobar, y es que no hay que olvidar que el riesgo está ahí fuera, en el mismo lugar donde los menores podrán encontrar una vía de escape para aliviar "en parte" esta caótica situación.
Salir a la calle se convierte en una necesidad física y mental para los más pequeños, pero ¿a qué precio?
La medida de quedarnos aislados y confinados en casa tenía, y tiene, el objetivo de frenar la expansión del virus y descongestionar el sistema sanitario.
Si ahora los menores salen a la calle, ¿la situación a la baja cambiará de tendencia? ¿la responsabilidad y el sentido común serán de dominio público?
Lo de que el camino se demuestra andando es algo que se tendrá que demostrar la semana que viene, ser coherentes en nuestras acciones y no tirar por tierra todo lo que se ha conseguido con mucho esfuerzo, debe ser la premisa.
Esto no es un juego, y al igual que los más pequeños ya lo tiene súper claro, los adultos debemos ser consecuentes con nuestra responsabilidad y ser el ejemplo que ellos necesitan.
Por ello, los menores deben estar "preparados para lo que se va a salir a la calle", una válvula de escape que solo se traduce a un paseo. No salen a jugar, deben ser conscientes de ello, cero frustración añadida, bastante tienen con la que tienen ya.
El riesgo existe, todos lo sabemos, pero si ponemos las medidas de protección y contención necesarias, estaremos contribuyendo a minimizarlo.
La desescalada en España necesita de cordura y sentido común, de ello depende que la normalidad vuelva a instalarse lo antes posible entre nosotros.
Quizás sea un riesgo que los más peques salgan a la calle, sí, pero seguro que ante él, nos vuelvan a dar otra lección de civismo, tal y como lo han venido haciendo durante estas casi seis semanas, no lo duden.